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La tecnología resolverá todos nuestros problemas. Hablemos sobre el fin del mundo*
«El progreso no es un fin en sí mismo y nuestra obsesión con la tecnología puede ser nuestro fin».
La tecnología resolverá todos nuestros problemas. Hablemos sobre el fin del mundo*
«El progreso no es un fin en sí mismo y nuestra obsesión con la tecnología puede ser nuestro fin».

Akira es uno de los animes más famosos de toda la historia, rompió el tabú y se hizo famoso fuera de Japón. ¡Y lo hizo con toda razón! Realmente es una obra de arte esta película, con una imagen increíble que se ve orgánica y fluida, y un guion y una historia que sigue siendo muy relevante hoy en día.

Esta es la historia Kaneda, el líder de una pandilla de motociclistas, y de Tetsuo, su amigo, que al mismo tiempo que lo envidia, lo admira. Esta historia se pasa en Neo Tokio, que fue Tokio reconstruida después del holocausto de la tercera guerra mundial (y la verdad es que volver a ver esta película me dio escalofríos de lo predictiva que es y de alguna manera funciona como un tipo de profecía del apocalipsis).

Neo Tokio es un personaje muy importante esta historia; una ciudad prolífera y llena de vida: con luces, tecnologías, hologramas, torres enormes y carros voladores (parece una ciudad realmente del futuro). Pero al mismo tiempo que se ve como una ciudad muy prolífera, es una ciudad en decadencia, llena de corrupción, drogas, vicios, abusos y muchísima violencia.

De hecho, la historia se da en un contexto de manifestaciones sociales: una manifestación en contra de una reforma fiscal en un contexto de desempleo, desigualdad y pobreza. Mientras tanto, hay dos fuerzas en choque: por un lado, los tecnócratas y gobernantes, y políticos y capitalistas, que tratan de encontrar maneras de ganar dinero en frente de todo este caos y todo este desorden; y, por otro lado, líderes religiosos y sectarios, que piden de regreso la vuelta del dios Akira, que venga con su fuego a purgar la violencia y la decadencia del mundo.

Kaneda y Tetsuo, con sus motos avanzadas del futuro, se meten en problema con otras pandillas rivales: Los Payasos, y en una de las escenas más perfectas y hermosas de la historia de la animación empieza una serie de eventos que detonará otro holocausto. Recibiendo a sus rivales, Tetsuo choca con un niño, que es un poco extraño; ya que es un niño que parece tener más de 80 años de edad, tener piel de viejito y colores raros.

Después de este choque queda inconsciente, porque el niño al que iba a atropellar tiene poderes psíquicos, y frena su moto y lo hace explotar. Después de esto, llega el ejército y secuestra a los dos; se los lleva a un hospital donde hacen investigaciones y experimentos.

Dentro de este hospital del ejército, descubrimos que después de la tercera guerra mundial empezaron a ser experimentos con niños. Uno de ellos específicamente era más poderoso que todos los demás. Este niño se llamaba Akira. Su poder era tan grande y tan descomunal, que ni él mismo lo podía controlar. De hecho, él fue el que causó realmente la destrucción de Tokio, y el gobierno había encubierto todo, haciendo parecer que era parte de la tercera guerra mundial, cuando realmente este niño fuera de control es el que había destruido la ciudad.

Después de esta gran catástrofe, el cuerpo de Akira es congelado y enterrado debajo del estadio olímpico de Tokio (¿Qué iba a suceder en el año 2020? Espera… ¿Coincidencia? Sí, exactamente la misma fecha que iban a tener los Juegos Olímpicos de Tokio ahora durante la pandemia, y esta película fue en el 88. ¡Por eso les digo que la volví a ver y me pareció muy profética y extremadamente asustadora!). Los otros niños que también fueron víctimas de sus experimentos militares quedaron con poderes psíquicos, obviamente no tan poderosos como Akira; pero también sus cuerpos no resistieron, por eso empezaron a envejecer rápidamente, y eso les dio esta apariencia de ser niños de 80 años de edad. Y al parecer, nuestro personaje principal Tetsuo, al chocar con uno de estos niños, despertó un tipo de poder similar en su cuerpo; pero su poder era más parecido al de Akira, que el de los otros niños.

Los científicos de esta historia están muy interesados en el poder de Akira, quieren entender cómo funciona, para qué funciona y cómo lo pueden usar. Y de aquí nace uno de los grandes problemas de esta historia: el Poder de Tetsuo ya es demasiado grande y poco a poco se va saliendo de control. Incluso, los otros tres niños ancianos tratan de frenarlo, pero ni siquiera ellos tres juntos son capaces de detenerlo; al contrario, solo aceleran el proceso del nuevo despertar de Akira.

Este nombre que Tetsuo escucha constantemente dentro de su cabeza, como un tipo de eco, se acaba dando cuenta que está enterrado bajo el estadio olímpico. Así que toma vuelo, recuerda que puede volar, y va al encuentro de Akira. Sabiendo lo que puede implicar este encuentro, todo el mundo los trata de frenar, el ejército, los tres niños con poderes, los mercenarios, todo el mundo; pero ni siquiera ellos son suficientes. Y Tetsuo llega a la bóveda y desentierra el cuerpo de Akira. Al abrirlo se encuentra con una gran sorpresa, el cuerpo de Akira ya no está. Solo quedan muestras de su ADN; pedazos de quién era.

Después de este encuentro llega Kaneda, armado con un arma que le robó al ejército, que es capaz de dispararle y hacerle un poco de daño a Tetsuo, incluso arrancarle un brazo; pero no es daño suficiente; aun así, no lo pudo frenar. Lo que ahora estaba en movimiento era el verdadero despertar de un dios. Tetsuo, victorioso, sentado en un trono de cemento, reconstruye su brazo perdido con pedazos de metal, piedra y carne. Cada vez más en control de este nuevo poder que había descubierto.

Pero, ¿Qué es Akira? De hecho, en la película lo describen muy poco, pero lo dicen así: ¿Qué pasaría si una ameba tuviera el poder de Dios? De alguna manera lo que implica es que nosotros tenemos un olvido selectivo de que somos parte del todo, y despertar ese poder del dios, el poder de Akira, es recordar que nunca estuvimos separados, sino que estamos conectados con el todo. Cuando Tetsuo puede volar, no es porque aprende un poder nuevo; sino porque recuerda algo que siempre había podido hacer. Cuando empieza a mover cosas con las mentes, no es porque está aprendiendo una nueva manera de actuar; sino simplemente está recordando que él está conectado con todo lo que lo rodea. Recordar el poder de Akira, es perder tu individualidad y conectarte con el todo. Pero esto viene con un costo grotesco: el perderte como individuo y conectar con el todo implica superar tus límites, pero también implica perder aquello que te bordea.

El poder de Tetsuo supera sus límites y el mismo pierde los suyos; sus intestinos se le salen del cuerpo y caen al piso, y él los trata de recoger desesperadamente, tratando de regresar a su forma original. Al mismo tiempo, su cuerpo empieza a fusionarse con todo lo que lo rodea, con metal, con piedras, con basura; ahora todo es absorbido por este nuevo cuerpo sin límites. Un tipo de feto gigante desfigurado, que con su crecimiento, entre sus fibras y músculos, aplasta y explota a sus seres queridos. Mientras tanto, los tres niños, reunieron las partes del cuerpo de Akira, que despierta en forma de una explosión gigante, que destruye Tetsuo y salva Kaneda. Terminamos otra vez en la ruina del nuevo Tokio destruido.

Akira es un anime que nos recuerda el trauma a la bomba nuclear, fruto acumulado de la capacidad humana, de nuestra inventiva, de nuestra tecnología; y, al mismo tiempo, nuestra obra maestra de autodestrucción. Aquí pasa lo mismo, la ciencia está obsesionada con descubrir el poder de Akira, con dominar el poder de un dios, pero no se da cuenta que aquello que lo seduce también podría ser su fin. Por otro lado, es importante ver el contexto político en el cual sucede todo esto. Los tecnócratas y los burócratas encuentran manera de monetizar, incluso estos momentos de caos y desesperación: el necrocapitalismo, las ganancias en el costo de la muerte. Finalmente, Esta obra también es un tipo de reflexión sobre el terror corporal, que es un subgénero del terror muy común de Japón, que es la forma como ellos tuvieron que lidiar con el trauma de la bomba atómica, con toparse con este dolor real de la gente, derritiéndose en las calles y las generaciones y generaciones de dolor, mutación, enfermedad, cáncer y desfiguraciones que vinieron después del uso de esta arma. Así que no, la tecnología, no necesariamente nos salvará. El progreso no es un fin en sí mismo y nuestra obsesión con la tecnología puede ser nuestro fin.


* Video-post de Diego Ruzzarin del 27 de mayo de 2023, transcrito por el Comité Editorial de Común y Corriente.

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