Detrás de estos avatares virtuales habrá gente que va a ver en el metaverso su única escapatoria ante una realidad cruel, consecuencia de un sistema que les falló. ¿A caso de deseable estar inmersos en esta realidad virtual cuando uno vive en un minúsculo cuarto con un trabajo precario en una ciudad contaminada y con nula estabilidad económica, mientras las grandes empresas consiguen cada vez más poder?
Decir «bienvenidos al metaverso» podría ser un perfecto inicio para el inicio de una historia de ciencia ficción distópica. Sin embargo, parece ser que en unos años podríamos estarla viviendo. Un mundo donde lo digital y lo físico, lo real y lo ficticio se mezclan en un punto donde se es prácticamente indistinguible el uno del otro. Y en palabras de Baudrillard y así el hiperrealismo de la simulación se traduce por doquier en el alucinante parecido de lo real consigo mismo.
El tema del metaverso ha resonado fuertemente en el escenario público. No son pocos los tecnófilos o tecnooptimistas que hablan con emoción el metaverso, incluso comparándolo alegremente a este concepto con la novela y película de Ready Player One. Estos se centran únicamente en el divertido del poder interactuar en el ambiente virtual con personajes de la cultura Pop, olvidando que todo está ambientado en una distopía.
Curiosamente, el concepto el metaverso provino también de una novela distópica titulada Snow Crash de 1992, la cual ofrece una mirada crítica a lo que ya se está acercando. Las visiones optimistas sobre estas nuevas tecnologías no podrían estar más desconectadas de los grandes problemas de la actualidad, ante una sociedad con cada vez más problemas como desigualdad o un incremento en la depresión, ansiedad y así como en las adicciones a las redes sociales y otras aplicaciones que permiten una desconexión con el plano físico: nos podríamos ver sobrepasados.
No todo serían sonrisas y diversión como quieren hacer parecer Zuckerberg en sus promociones. Detrás de estos avatares virtuales habrá gente que va a ver en el metaverso su única escapatoria ante una realidad cruel, consecuencia de un sistema que les falló. ¿A caso de deseable estar inmersos en esta realidad virtual cuando uno vive en un minúsculo cuarto con un trabajo precario en una ciudad contaminada y con nula estabilidad económica, mientras las grandes empresas consiguen cada vez más poder? Perdónenme, pero eso es muy cyberpunk para mí (…)
La distopía del metaverso
El metaverso sacudirá el mundo de una manera que no podemos terminar de vislumbrar. Antes de pasar al plano más filosófico y sociológico, vayamos al económico.
(…) Facebook, ahora Meta, no es la única empresa que ha puesto su parte en aquello que podemos considerar principios de metaverso: ejemplo de esto puede ser Roblox, Second Life o hasta Epic Games con Fortnite. Pero Meta es una de las más fuertes y con más cosas a su favor. Por ejemplo, esta empresa tiene en su propiedad a Oculus, pieza fundamental para sus planes de realidad virtual. Y qué con esto, nada… solamente que lo que se refiere este aspecto tiene una participación del 61 por ciento sobre sus competidores: Sony y HTC y Val (sic). Además, actualmente tiene millones de usuarios interactuando en Facebook, Messenger, Whatsapp e Instagram. Por lo tanto, esta empresa podrá conseguir más poder e influencia del que tiene ahora, el cual no es poco. Hasta el equilibrio de poderes que hay entre gigantes como Google, Microsoft y Apple podría verse afectado. Podríamos encontrarnos con un peligroso monopolio en relación al acceso hacia el Metaverso.
Tomando en cuenta las malas prácticas que ha hecho en el pasado esta empresa sería ingenuo creer que ya no sucederá toda una tecnodistopía. También es posible que sea un poco más abierto; no obstante, siendo lo más probable que siga siendo un ambiente dominado por las mega-corporaciones del sector tecnológico. La última década ha tenido inversiones de miles de millones de dólares por parte de empresas como Google, Microsoft y HTC. Los problemas del metaverso irán más allá de la mala praxis de Facebook o Meta, pues serán consecuencia de las ambiciones de éstas; así como la forma en que interactuamos con estas tecnologías.
El Metaverso no será un paraíso, será mera actuación y exhibición vacía. ¡Lo sé! Puede ser que suene como un amargado o un ludita. Después de todo es difícil la idea de resistirse al poder de jugar al Uno encima de un volcán con tus amigos o interactuar codo a codo con algún otro personaje favorito de la ficción. Plantear la importancia de los límites de lo ficticio con lo real no es un capricho de alguien negándose al cambio, sino una advertencia de los peligros de ser absorbidos completamente por la híper-realidad que traería el metaverso.
Y el comunicado de meta suena tan esperanzador:
«La cualidad que define el metaverso será la sensación de presencia, como si estuvieras allí mismo con la otra persona o en otro lugar. Sentirse realmente presente con otra persona es el último sueño de la tecnología social. Por eso nos concentramos en construirlo.»
¿Acaso hay algo de negativo con esto? No por sí mismo son pocos los que se quejarían de poder hablar con sus seres queridos por vídeo llamada y tener una experiencia todavía más real… no suena del todo mal.
El asunto está en los problemas adyacentes. Por ejemplo, respecto a los avatares y cómo nos percibimos a nosotros mismos. Y cito… Noelle Martin, coautora de un próximo artículo sobre el metaverso de Meta, está planteando precisamente esas preocupaciones. Si la persona puede personalizar sus avatares humanos virtuales hiperrealistas entrevé o alterar, filtrar y manipular sus identidades digitales, existe un potencial preocupante de afectar la de deformia corporal, la dismorfia de selfie y los trastornos alimentarios, produciendo irreal e inalcanzables estándares de belleza.
Se filtraron hasta las preocupaciones de los mismos empleados de Facebook al respecto, los cuales se preguntan ¿Cómo podríamos evitar una realidad distópica donde el metaverso se use como un opio para las masas? ¿Integridad y responsabilidad primero en el metaverso? Apenas podemos cubrir el mundo real de hoy. ¿Ser acaso en este punto inevitable que lo virtual se abra cada vez más paso? De esta manera lo virtual se vuelve más físico y viceversa: más artificio, más simulacro, más ambiguo y perdiendo de vista a la realidad.
El metaverso no será otra plataforma más en caso de llevarse a cabo de acuerdo a las actuales predicciones, que de momento la verdad son sólo especulación. En Un Mundo Feliz, Huxley marcó un antes y después de Ford, lo cual –de acuerdo Postman– marca el cambio de tecnocracia a tecnópolis. Pecando de especulador algo así podría pasar, pero con el inicio del metaverso. Esto lo comento principalmente para recordar el potencial riesgo de caer en una distopía. Pues como se comentó con anterioridad, el metaverso podrá ser meramente para la mayoría una distracción del infierno en que se convertirá el futuro para estos. De esta forma, el metaverso será una forma de afrontar una dura vida. Adicciones y escapismo surgirán como una especie de mismo de defensa ante una sociedad postcapitalista que no llega y que se vuelve cada vez más abrumadora. Como sostuvo Marx, la tecnología revela la forma en que el hombre se enfrenta con la naturaleza.
Entonces, ¿Detenemos el progreso tecnológico? No es tan sencillo, pero lo menos que podemos hacer es esforzarnos y hacer lo necesario para que no se nos vaya de las manos. Por ejemplo, que una élite de empresarios del sector tecnológico consiga más poder y obtenga el dominio de una tecnópolis digital.
Conclusión
Ningún gran cambio tecnológico trae consecuencias unilaterales pues esto trae consigo inevitablemente ganadores y perdedores. En mayor o menor medida hay beneficios, pero también lo contrario. La emergente realidad virtual y la híper-realidad precisamente pueden traer daños considerables, por lo que el análisis y desconfiar se vuelve casi un deber. De lo contrario, nos vemos sobrepasado por el discurso de estos grandes empresarios del sector tecnológico o tecnofílicos en general con su ambición desmedida, por un lado, e ingenuidad y optimismo, por el otro.
Obviamente, Zuckerberg no nos va a hablar de la híper-realidad desde el enfoque de Baudrillard o autores similares, sino que se va a dedicar a promover todo lo necesario para conseguir lo que quiere con Meta, y no va a hablar de lo que tendremos que pagar por ese cambio tecnológico. Y no hablo de dinero. Por cierto, hay demasiado en juego: un inmenso poder. Y voy a cerrar con palabras del propio Baudrillard: la híper-realidad y la simulación disuaden de todo principio y de todo fin y vuelven contra el poder la disuasión que él ha utilizado tan hábilmente durante un largo tiempo.
* Audio-post de Juan Felipe Salguero (Café Kyoto) junto con Pensamientos Inorgánicos del 30 de diciembre de 2021, y transcrito por el Comité Editorial del Común y Corriente.