No me meteré en detalles. Intentaré presentar ambas posturas de lo que estoy a favor y en contra.

Estoy harto del concepto de la revolución como un carnaval festivo, un gran acontecimiento… Recuerdas la plaza de Sintagma, Estambul, El Cairo; un millón de personas en la calle, todos estaban extasiados, etc. Eso no significa nada para mí.

Creo que la revolución verdadera sucede el día después o la mañana después, como dicen cuando te despiertas de una borrachera. La verdadera revolución –que es muy difícil de lograr– sucede después de toda la agitación, de todo el éxtasis; cuando la vida vuelve a la normalidad, a la vida cotidiana.

¿Cómo siente el cambio la gente ordinaria? (…) Me gusta poner el siguiente ejemplo: espero que hayas visto la película que fue famosa entre la gente de la izquierda: «V de Vendetta». Entonces, mi enigma con la película siempre es el mismo: al final la gente rompe el cordón policial, ocupa el parlamento británico; la gente toma el poder y, entonces, la película se acaba. ¡Dios mío! Vendería a mi propia madre como esclava por la película «V de Vendetta, parte II». ¿Qué harían, entonces, una vez han ganado los buenos, digamos? ¿No tenemos aquí la mayor tragedia del siglo XX? Ganaron el referéndum y al día siguiente llegaron a un acuerdo (y no les culpo por ello, no les acuso de ser traidores, etc.); vieron que realmente no podían hacer nada. Por lo tanto, odio la idea de la revolución como algo donde la vida es estable, aburrida y cada dos años necesitamos un gran acontecimiento de entusiasmo extático, etc. Eso no me interesa.

El aspecto más importante del proceso revolucionario es, para mí, el cambio en la vida diaria. Y, aunque no fuera una revolución verdadera, le tengo cierta simpatía al movimiento del 68 en Francia, en Europa. ¡Está bien! Fracasó como revolución social pero (…) muchas cosas cambiaron en la vida cotidiana. Piensa en lo que tenemos ahora, en Madrid, y en las grandes ciudades: el orgullo Gay, etc., o la manera distinta en que tratamos a las mujeres: ¿Somos conscientes de que como consecuencia del 68 no se nos permite, al menos públicamente, quizá seamos machistas en privado, pero públicamente no podemos hablar de manera vulgar de las mujeres? No es que esté prohibido, es que pareces idiota si lo haces. Creo que esto es especialmente importante hoy en día (…).

Mi idea es que olvidemos el concepto del siglo XIX, más bien del siglo XX, de la revolución; de miles de personas en la calle, en barricadas, etc. Eso es relativamente fácil de hacer. El problema es lo que sucede después, que también fue la tragedia de la revolución de octubre. Lenin lo dijo una vez. ¿Sabes cuál fue la mayor dificultad y el fracaso? Cuando los bolcheviques ganaron la guerra civil en 1920, se encontraron con una tarea increíblemente difícil: «ahora que tenemos el poder, ¿Cómo vamos a reorganizar la vida cotidiana?». Allí se dieron cuenta de la verdad. Por esto entró Stalin. Entonces, eso es lo que voy a discutir (…) Las pequeñas regulaciones de la vida cotidiana; eso importa a la gente corriente, eso debería ser la revolución.

* Vídeo de Slavoj Žižek previo a la conferencia «El Gran Río. Resistencia, rebeldía, rebelión, revolución», el cual fue producido y publicado por el canal de YouTube del Circulo de Bellas Artes de Madrid el 26 de marzo de 2020, y transcrito por el Comité Editorial de Común y Corriente.