Gobernación
La alternancia del poder en el Tolima
La alternancia del poder en el Tolima

En el Tolima se han constituido (…) poderes bajo el abrigo de un acuerdo solapado que pareciera continuar desde la década de los cincuenta, con algunas variaciones en el tiempo y el espacio, pero que, en definitiva, se erigió como un bloque de poder cuya estrechez de régimen se ha caracterizado por su violenta arremetida contra sectores alternativos.


A mediados del siglo pasado, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial y comenzó el período conocido como la Guerra Fría (confrontación de baja intensidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética), nuestro país atravesaba por un periodo de conflicto social y armado en el que los partidos Conservador y Liberal eran los protagonistas principales. Dicha contienda, que llevó al país a los más cruentos escenarios de guerra civil, se resolvió parcialmente con un acuerdo firmado por los representantes de ambos partidos. Dicho acuerdo consistía básicamente en alternarse el poder y repartirse la torta clientelar y burocrática del Estado colombiano por partes iguales durante cuatro períodos presidenciales. A esto se le conoció con el nombre de Frente Nacional, que comenzaría formalmente en 1958.

El departamento del Tolima fue uno de los más afectados por lo que se conoció como la época de la Violencia de mediados de siglo. En nuestro departamento, el bipartidismo y el anticomunismo de la Guerra Fría, agudizarían el conflicto y el desgobierno general; lo que dejaba al territorio en una constante disputa por el poder del mismo. El Frente Nacional llegaría como un eficaz y pragmático acuerdo que funcionaría como antibiótico de la infección de violencia que carcomía al país, precedida por la pacificación del general Rojas Pinilla, quien había logrado el apaciguamiento de varios de los destacamentos guerrilleros en el sur del Tolima. Las élites regionales de los partidos, de mayoría liberal, lograron consolidar su poder político con la exclusión decidida de terceros o de otras alternativas políticas.

En ese sentido, Darío Echandía (quien haría parte del gabinete liberal-conservador después de la muerte de Gaitán), sería clave en la ejecución de dicho acuerdo en el Tolima gracias a su moderado carácter, pues no despertaba odios escindidos en ninguno de los sectores políticos de los partidos. Fue designado como gobernador del departamento por el primer presidente del Frente Nacional, Alberto Lleras Camargo. Este notable tolimense, llegaría a su pueblo natal y sería recibido con un banquete de bienvenida por prominentes figuras del departamento, donde el orador y oferente principal sería el ilustre abogado Guillermo Ángulo Gómez, figura nueva y excelsa del directorio conservador por aquellos años, ya que se erigió como cacique conservador desde la década de los sesenta hasta finalizado el siglo XX en el Tolima.

Así pues, quienes capitalizarían políticamente este acuerdo serían los hijos de la élite económica e intelectual del departamento en la década de los cincuenta; por un lado, Alfonso Jaramillo Salazar, (padre de los actuales políticos Guillermo Alfonso y Mauricio Jaramillo) nacido en el Líbano, educado como médico en la Universidad Nacional de Colombia y especialista en cirugía en Argentina. Jaramillo Salazar, canalizaría el acumulado político de Darío Echandía, Rafael Parga, Alfredo Palacio Rudas y otros caciques liberales de mediados de siglo, siendo varias veces congresista, gobernador del Tolima, ministro y ocupando distintos cargos estatales y diplomáticos. Seguidamente, lo secundaría años más tarde, Alberto Santofimio, cuestionado político por sus presuntos vínculos con la mafia.

Por otro lado, estaría Guillermo Ángulo Gómez, hijo del banquero Guillermo Angulo Ruíz. Él sería estudiante de Soledad Rengifo en el Liceo Especial y estaría bajo la tutela del sacerdote jesuita Germán Guzmán Campos en su paso por la rectoría del colegio de la arquidiócesis de Ibagué, el colegio Tolimense. Este político conservador, padre de la actual ministra de educación María Victoria Angulo, graduado de derecho en la Pontificia Universidad Javeriana, sería congresista por casi cuatro décadas, además de obtener reconocidos cargos en distintas administraciones, lo que le valió para consolidarse desde la década de los sesenta hasta la década de los noventa como el principal referente del partido conservador en el Tolima, seguido por Francisco Peñaloza, quien fuera años después, gobernador del Tolima y varias veces alcalde de Ibagué.

Estos dos reconocidos políticos tolimenses, se erigieron en excelsos personajes de la política regional, emulando a los caudillos del siglo XIX, fundando sus propias casas políticas (el jaramillismo y el angulismo) y gobernando para las castas políticas y las élites económicas. Alrededor de ellos, se estrechó el régimen en el marco de un consociativismo explícito. Un ejemplo de ello puede ser el Pacto de Chicoral, firmado en 1972 y al que fueron convocados por el gabinete ministerial del presidente conservador del Frente Nacional, Misael Pastrana Borrero, latifundistas bananeros, ganaderos, arroceros y la oligarquía liberal-conservadora que -según el sociólogo Alfredo Molano- se oponían al último intento de Reforma Agraria promovido en 1968 y ante el creciente avance del movimiento campesino (organizado principalmente en la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos -ANUC-),  e indígena (recién creado Consejo Regional Indígena del Cauca -CRIC-) en su proceso de recuperación y demanda por la tierra.

De esta manera, el partido Liberal cimentó su poder político alrededor del jaramillismo y el partido conservador hizo lo propio alrededor del angulismo. Estas dos casas mantuvieron, de manera solapada, la dinámica y consistencia del Frente Nacional hasta la llegada al poder de Álvaro Uribe Vélez, cuando el oficialismo liberal se declaró en oposición ante los dos gobiernos que precedió este personaje. Luego, volvería a la llamada “Unidad Nacional” de los gobiernos de Santos y mantendría una ambigua posición (por su carácter clientelar) frente al actual gobierno de Duque. Resulta imperativo esclarecer el recorrido del partido Liberal; a saber, Jaramillo Salazar, además de ostentar varios cargos administrativos, estuvo cinco veces en el congreso, lo que le garantizó la llegada de sus dos hijos a esa misma corporación, a la gobernación y recientemente a la alcaldía de Ibagué. La casa jaramillista también garantizó la llegada a alcaldías, concejos, asamblea departamental, gobernación y corporaciones públicas; ello, le ha permitido mantenerse en el tiempo hasta estos días. (Sur del Tolima, Ibagué, parte del occidente del departamento.)

Por su parte, el partido conservador de la mano del angulismo, logró mantener su poder político hasta los noventa, cuando hace su aparición Luis Humberto Gómez Gallo, quien sería finalmente el que heredaría el capital de Angulo y se convertiría en el nuevo cacique del departamento por más de una década, hasta cuando fue condenado por sus vínculos con el narcotraficante Eduardo Restrepo Victoria, alias “El Socio”, por la conformación y apoyo del grupo paramilitar Bloque Tolima de las AUC, lo que catapultaría a Óscar Barreto como el nuevo cacique, pues sería este quien recogería todo el poder del gomezgallismo en el departamento. El gomezgallismo, como fue conocida esta casa política, lideró el directorio azul y junto a Óscar Barreto, quien aparecía en la escena política por los primeros años del presente siglo, acompañó los dos gobiernos de Uribe de manera irrestricta.  Además, cuando Barreto logró heredar el poder que tenía el gomezgallismo y, junto con él, logró alinderar a los uribistas tolimenses en sus filas y a los nacientes partidos como Cambio Radical, La U y Mira. Posteriormente, y ya con Óscar Barreto mandando en las huestes azules, hizo parte de la “Unidad Nacional” y logró llevar al congreso y a distintas corporaciones públicas, a familiares y personas de su confianza. Actualmente hace parte de la coalición del gobierno Duque, controlan la alcaldía, la gobernación, más de 20 alcaldías municipales e instituciones como la Universidad del Tolima, El Hospital Federico Lleras Acosta, el Sena, Cortolima, Infibagué, etc. (Centro, oriente y norte del Tolima principalmente, así como el poder clientelar de las corporaciones públicas y de Ibagué)

Valga la pena decir que con el fenómeno Uribe en 2002, se crearon nuevos partidos, lo que ayudaría a la ramificación y transformación del bloque de poder constituido por décadas por los dos partidos tradicionales. Ello, resultaría, en definitiva, en la aparición del partido Cambio Radical, de la mano de la familia y la casa Martínez, con gran influencia en los municipios de Espinal, Ambalema, Honda y algunos otros; La U, Mira, PIN, Convergencia Ciudadana y, más recientemente, el Centro Democrático, partido de gobierno que ha logrado presencia en algunas alcaldías municipales y corporaciones públicas del departamento, y encarnado en las figuras de las familias de Emanuel Arango, Ricardo Ferro, Leónidas López, Ascencio Perdomo y el diputado Milton Restrepo.

Así pues, en el Tolima se han constituido estos poderes bajo el abrigo de un acuerdo solapado que pareciera continuar desde la década de los cincuenta, con algunas variaciones en el tiempo y el espacio, pero que, en definitiva, se erigió como un bloque de poder cuya estrechez de régimen se ha caracterizado por su violenta arremetida contra sectores alternativos. Ahora, que en el teatro de la política parece haber varias fisuras en dicho Bloque de poder, con ocasión de la revocatoria del alcalde Hurtado, también parece haber un acuerdo táctico entre todos estos sectores (y algunos sectores alternativos usurpadores del movimiento social) para “hacerse pasito” o al menos, no tirarse tan duro de cara a las elecciones venideras.

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