Autoristarismo
¿Autoritarismos a la carta?
¿Autoritarismos a la carta?

«El esclavo es capaz de abolir los amos y de cooperar con ellos; los amos, de mejorar la vida del esclavo y de mejorar su forma de explotación»

 ~ Herbet Marcuse


Las sociedades en estados de convulsión económica, social y política, son terreno abonado para las dictaduras y los autoritarismos. Varios ejemplos en la historia lo ilustran: el ascenso del falangismo español de Franco, cuando propina un golpe contra la República Española y que llega al poder durante la Guerra Civil Española, aplastando los republicanos, comunistas y anarquistas españoles; o el nazismo alemán de Hitler, cuando asume en la misma década, después de la crisis económica del 29, con una Alemania con más de 6 millones de desocupados; o, el fascismo italiano de Mussolini, que aprovecha las continuas huelgas y protestas de obreros y campesinos a los cuales se unían veteranos retornados del frente de guerra, con el fin de hacer un llamamiento a la lucha contra los partidos de izquierdas, a los que señalaba como culpables del descalabro social de su nación. O véase las dictaduras latinoamericanas de mediados de siglo pasado. Todos ellos se mostraron como enemigos de ideologías y políticas que abogaran por las libertades ciudadanas o el socialismo. Algo muy similar a lo que actualmente sucede con el bloque de poder de derecha en Latinoamérica.

El contexto internacional está caracterizado por la agudización de la contradicción capital – trabajo y la contradicción capital-naturaleza. Esto se expresa con la entrada del capitalismo global a una recesión económica, que según historiadores económicos es superior a la presentada en 1929 y la segunda guerra mundial. También, se puede interpretar como un reacomodo del sistema capitalista o como un proceso de cualificación, en el que el control sobre el ser humano en todas sus esferas se ha convertido en tema de primer orden para estados de todo el mundo.

Todo ello hace parte también de un reacomodo de gobiernos autoritarios y demofascistas, en palabras de los profesores Julio César Carrión y Pedro García Olivo. Miremos algunos ejemplos ilustrativos, unos más cercanos que otros: Brasil, Colombia, Hungría, Bielorrusia, Ucrania, China, Filipinas, más de una decena de países africanos y asiáticos, etc. El resurgimiento de grupos violentos y paramilitares de extrema derecha que, aunque no gobiernan, vienen representando una amenaza, también confirma una especie de reacomodo y cualificación del capital. Esto el caso de Alemania, Francia y varios países europeos donde vienen ganando fuerza.

“La irracionalidad del fascismo no es más que la otra cara de la moderna razón instrumental”. El fascismo “lleva a sus últimas consecuencias la combinación típicamente moderna ente progreso técnico y retroceso social”, decía Löwy. En este sentido, Benjamin decía: “la catástrofe es el progreso, el progreso es la catástrofe”. Y lo reafirma, además, en su tesis VIII sobre el concepto de historia cuando sentencia: “La tradición de los oprimidos nos enseña entretanto que el estado de emergencia en que vivimos es la regla. Deberíamos llegar a un concepto de historia que resultara coherente con ello”.

La pandemia, junto con sus medidas para mitigarla, son expresiones claras de ello. El modelo que se impuso y salió victorioso ante la pandemia a nivel mundial, fue el de China, que, invadiendo, controlando, vigilando y castigando todos los escenarios de la vida personal de sus ciudadanos, logró erradicar de manera efectiva la pandemia. Hay que tener en cuenta también, que desde 2018 se han querido implementar medidas económicas, sociales y políticas en todo el mundo, bajo los lineamientos de la OCDE, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y para el caso latinoamericano, especialmente en el Banco Interamericano de Desarrollo que causaron grandes movilizaciones sociales en distintos continentes y fueron eficaz y convenientemente controladas con las medidas tomadas para enfrentar la pandemia de la COVID-19.

A nivel internacional, en el sistema mundo capitalista, esto implicó que los países “subdesarrollados” o “tercermundistas”, debieran endeudarse con dichos organismos supranacionales, para luego realizar reformas tributarias, reformas pensionales, laborales y sociales en general, con el fin de apalancar el sistema financiero y los grandes consorcios y monopolios económicos con recursos públicos para endeudar a sus ciudadanos, quienes son finalmente los que pagan las deudas.

Aquí es importante enfatizar que la deuda es el arma por excelencia para el sometimiento; bastante bien lo ha explicado Lazarato en su texto intitulado la Fábrica del hombre endeudado, o como previamente Nietzsche lo había sugerido en la Genealogía de la moral al llegar a la conclusión de que el concepto de culpa (judeo-cristiana) es equivalente en su génesis al de deuda, que connota realmente una deuda adquirida previamente. Basta con pronunciarse “el pecado original” para entender que aun antes de nacer, somos concebidos desde la culpa y el pecado.

El resultado ha sido, como siempre, la implementación de medidas fiscales que devienen en desigualdad y la pululación de fascistoides que prometen devolverle la estabilidad a los ciudadanos. Sugiero que se debe tomar muy en serio la candidatura de esos personajes que muchas veces generan risa, pero que en el poder pueden generar bastante sufrimiento. Y creo que, si vemos el caso de Trump, Duque o Bolsonaro, nos queda suficientemente claro que la amenaza autoritarista, en tiempos de convulsión económica y confusión generalizada, puede convertirse en una opción real de poder. Hay que tener claro que no se trata de simpatía simplemente.

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