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Tolima atrasado, Ibagué paralizada. Urge un cambio: Entrevista a Constanza Aguja (parte II)
Tolima atrasado, Ibagué paralizada. Urge un cambio: Entrevista a Constanza Aguja (parte II)

En el marco de un acercamiento a la contratación y la corrupción en Ibagué, la abogada Constanza Aguja nos compartió una mirada sobre el panorama político del Tolima e Ibagué, así como de la gestión de sus gobernantes. El proceso electoral que está en curso y que se prolongará hasta octubre de 2023 constituyó un pretexto de conversación ideal en torno al paisaje político del departamento y de la ciudad. El resultado: un balance acerca del papel desempeñado por los gobiernos territoriales más recientes, una valoración crítica acerca del papel de los diputados y los concejales, un cuestionamiento a la acción de la izquierda y un apunte esperanzador sobre el horizonte de cambio que necesita el Tolima e Ibagué.

Constanza Aguja ya no nos habla estrictamente como abogada o asesora en contratación. En esta oportunidad, ella nos platica desde el punto de vista de una expectante del cambio y una desconfiada con las administraciones territoriales de los últimos períodos. Esto para subrayar la necesidad de un proyecto de cambio para el departamento y la ciudad.


Común y Corriente: Respecto a la política regional, ¿Cuál cree que ha sido la injerencia de las casas políticas del Tolima en el desarrollo de nuestro departamento? ¿Cree que esas casas han aportado a un salto cualitativo a nivel económico y social del territorio tolimense o, en cambio, cree que nos han hecho retroceder?

Constanza Aguja: La injerencia de las casas políticas en el departamento no ha sido para el desarrollo, sino para el subdesarrollo. Nosotros siempre hemos sido presos de casas políticas. En tiempos pasados, el tristemente célebre Alberto Santofimio Botero, por su poder a nivel nacional y departamental, ponía y quitaba alcaldes a su antojo, ponía y quitaba cuando no eran de elección popular. Después, pasamos a otro tipo de familias. Aquí solamente nos hemos regido por los ismos, los jaramillismos, los barretismos… digamos que se democratizó en otras familias ese poder omnímodo que tenía una sola. Este departamento va de para atrás.

Lo único que marcó un hito de desarrollo fue el hecho de tener industria después de la tragedia de Armero. Tuvo que ocurrir esa tragedia para que aquí se formara verdaderamente una industria. Un departamento o un municipio sin industria no es nada. Aquí no tenemos sino microempresas, y no grandes empresas que marquen el desarrollo del departamento.

Aquí hubo empresas de grasa, gaseosas… la empresa textilera fue muy fuerte. Hemos sido un departamento agrícola, pero se vino atrás con la suscripción de los TLC’s y con la falta de apoyo que ha tenido el campo desde que Uribe se hizo presidente en su primer periodo. Digamos que de ahí en adelante el campo se fue de para atrás. Pasamos de tener una empresa aérea, que nos comunicaba con casi todo el país, a contar con una sola que viene aquí en dos vuelos diarios. Tuvimos una persona en la aeronáutica civil tolimense y lo único que hizo fue arreglar estéticamente el aeropuerto, pero no amplió la pista, lo cual no permite recibir otro tipo de vuelos.

A propósito de esto último, nosotros podríamos tener perfectamente una pista o un aeropuerto alterno al de la ciudad de Bogotá: estamos dos horas y treinta minutos. Si no es un aeropuerto alterno, siquiera uno de carga. Incluso, podemos tener un centro logístico con bodegas grandes para poder ser los precursores o los distribuidores a nivel nacional en vehículos más pequeños. Aquí a nadie se le ocurre nada.

Las familias o las castas políticas del Tolima no nos han servido para nada. Ellos fueron o han sido personas que han detentado el poder y no han formado a otros políticos. Al contrario, si llega a surgir otra persona políticamente fuerte dentro de sus movimientos lo que hacen es neutralizarlo y no permitirle que pueda participar más activamente en los asuntos políticos. Aquí vamos de mal en peor. Ahorita sí que peor. Tenemos un movimiento político conformado alrededor de Óscar Barreto que se llama barretismo, que tiene todo: tiene todas las empresas estatales y ¿A quién está beneficiando? A sus amigos barretistas y toda la demás gente queda sin nada. No hay un pulso industrial, no hay nada. Así como vamos, vamos muy mal.

CyC: Es más que necesario un proyecto de cambio para el Tolima. Y no cualquier tipo proyecto de cambio, sino uno que pueda representar un salto enorme para liberar al Tolima de esa «orfandad» de pensadores, de líderes que de verdad puedan aportar al desarrollo económico-social de la región. También nos damos cuenta que en la política local hay diferencias muy insulsas entre la derecha y la izquierda. ¿Qué cree usted de eso? ¿Están muy separadas la derecha y la izquierda en cuanto a proyectos de cambio, o es más de lo mismo con un diferente nombre, con unos rostros aparentemente diferentes pero que al final terminan siendo iguales?

CA: Desde hace mucho tiempo las ideologías no se caracterizan de ninguna forma, y en este momento del mundo creo que uno no se puede clasificar en la izquierda o la derecha, ni en el centro. El centro no es nada, ni es derecha ni es izquierda.

Infortunadamente, hubo muy pocos políticos de izquierda que se hicieron visibles en el departamento. Los que entraron al juego político fueron víctimas del poder, que es enamorador. El poder hace que la gente cambie. Una persona es una cuando está en la calle haciendo política y es otra cuando se sienta a ser el alcalde, concejal o diputado. Antes saludaba, salía caminando, montaba en bus; pero apenas llega allá necesita carro, necesita escolta, se encierra en una oficina y ya no conoce a nadie. En esto entran absolutamente todos. ¿Cuál de los concejales en este momento que se dicen alternativos o los que eventualmente puedan ser de izquierda no entraron dentro de ese mismo rol?

En la actualidad, todos esos políticos entran a negociar. Negociar para ellos en el Concejo o en la Asamblea es la manera de tener algún tipo de participación gubernamental. Si no se negocia no será posible vincular a una persona dentro de la administración. En eso no vale la izquierda ni derecha. La ideología es la misma. Ellos no van a cambiar.

Claro que se necesitan movimientos de verdad alternativos, que defiendan lo que es el departamento, la región; que de verdad se les vea la convicción de querer sacar esto adelante y no llegar a hacer lo mismo que hacen todos. Por el momento, aquí no se ve ni un liderazgo que pueda de verdad recuperar la dignidad ciudadana, porque es que ellos se sientan allá, y allá hacen sus componendas, allá se reparten; y todo es a espaldas y a escondidas del pueblo que está soportando en este momento toda la carga emocional, económica y hasta política de muchas cosas. Entonces, se necesita un liderazgo y ojalá bien fuerte pero que no se deje encasillar en que es izquierda o derecha, porque trabajar por una región, trabajar por un departamento, trabajar por un país no es de izquierda ni derecha, es simplemente de verdad tener el don del liderazgo para sacar adelante lo que todos queremos sacar adelante, y que cada vez que depositamos el voto siempre estamos dando la confianza en las personas que no han valorado ese voto que le ha dado tanta gente.

CyC: Hablando de votos, ¿Cómo avizora el panorama político de cara a las elecciones venideras? ¿Cree que ahí pueda haber algún germen de cambio?

CA: A nivel nacional creo que sí. A nivel departamental creo que todavía no. En el Tolima, en las ciudades y municipios todavía somos unos ignorantes políticos, todavía nos dejamos manejar mucho. La falta de criterio es algo hace parte de la ignorancia. Acá la gente se deja embolatar con un «déjenme al alcalde quieto, no me lo toque». Además, aún pesa la victimización de los gobernantes: «es que me atacan», «es que no me quieren dejar trabajar», «es que no sé qué»… Aquí todavía estamos con el amiguismo. Esa victimización logra el efecto que ellos quieren lograr en el sentimiento ciudadano y siempre el sentimiento ciudadano se termina volcando por una cosa que no es objetiva en su decisión. ¿Por qué? Porque nos falta mucha formación política, porque nos falta conocer más el Estado, saber más de las cosas, estar más pendientes. En Bogotá todo es diferente, por ejemplo. Allá es muy difícil de medir el comportamiento electoral. Allá votan como quieren. Allá creo que sí hay verdaderamente voto de opinión. Acá no.

Independientemente de todos los errores que hubiera podido cometer el gobierno pasado (el de Guillermo Alfonso Jaramillo), era mucho más democrático en la toma de decisiones. Hay una norma que dice que antes de sacar un decreto hay que publicarlo, o antes de sacar una resolución hay que publicarla; hay que dejar que la gente la comente, la critique y todo eso; después, sí se puede sacar. Aquí no. Aquí el alcalde amaneció bravo con los establecimientos de comercio y declaró toque de queda hasta las diez de la noche y todo mundo calladito. De hecho, una persona se le ocurre no cumplir las normas y nadie hace nada. CORTOLIMA hizo nada, el municipio hizo nada, nadie hizo nada y todo el mundo calladito. La falta de formación política a nosotros como departamento y como municipio nos va a seguir condenando a un poquito más tiempo de lo mismo. Pero creo que de todas maneras ya hay sembrada una semilla que tiene que germinar de alguna forma de inconformismo y de crítica a lo que está pasando en el departamento y en el municipio, que debería no ser cooptada por concejales ni nada de eso; sino que debería ser más fortalecida a nivel ciudadano: que los ciudadanos de verdad se apropien de su territorio y de las cosas que ellos quieren de su ciudad.

CyC: Eso es lo que usted cree que podría permitir sacar a Ibagué y al Tolima y al resto de municipios de ese abandono por el cual estamos pasando desde hace tantos años, esa formación política, esa apropiación ciudadana de los problemas…

CA: Eso sería lo único, pero digamos que los pocos líderes que hay, comunales y cosas de esas, se dejan cooptar por las administraciones. Ellos a veces son críticos, pero apenas les dicen «ahí le vamos a pavimentar esta media calle», les tapan la boca. No debería ser así.

Esto también está en los instrumentos. Hay instrumentos, pero son instrumentos sin dientes. Por ejemplo, como el comité o la asociación de juventudes. Lo jóvenes participan, se meten y después, ¿Qué hacen? Nada, porque ese instrumento no tiene dientes. Entonces, a esas instituciones, esos instrumentos que tenemos los ciudadanos deberían tener un poquito más de promoción: darle un poquito más de dientes para que efectivamente logren coordinar con las administraciones y así incidir en el rumbo de la ciudad y el departamento.

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