Luchar desde la cotidianidad es un reto difícil ante la voracidad capitalista e imperialista de los EE.UU., sobre todo en los tiempos actuales. A lo largo de la historia, las más variadas formas de resistencia han brotado como la ruta que tienen los pueblos para buscar su soberanía. Sobre este acervo se levanta la experiencia de la comuna «El Maizal», un proceso de organización político, social, económico y cultural en la hermana república de Venezuela.
Mientras el orden capitalista avanza con fuertes golpes de apropiación de la vida de los menos favorecidos, las resistencias vivas hacen frente desde la solidaridad, el trabajo colectivo y las alianzas estratégicas. «Comuna o nada esa es la misión», con esta consigna, que entonan decenas de mujeres y hombres en las tierras fértiles entre los Estados de Lara y Portuguesa (Venezuela) desde hace más de 10 años, se desarrolla una forma de lucha en la brega por construir una sociedad diferente.
«El Maizal», como se llama el proceso comunal, rescata la apuesta de organización política, social, económica y cultural anunciada años atrás por Hugo Chávez Frías como alternativa para el desarrollo de la vida en el vecino país. La comuna o más bien las comunas son iniciativas que buscan hacerle frente a la crisis estructural en la sociedad venezolana. No es un secreto que las sanciones impuestas por el imperialismo norteamericano significaron una declaración de guerra, como lo señalan los habitantes de «El Maizal»; a lo cual se le suman los impases en la administración del Estado provocando que los más humildes se vean afectados en todas las escalas de la vida.
Sin embargo, en «El Maizal» los niveles de conciencia han permitido que, desde abajo y con iniciativa real de organización y creación de poder popular, emerjan las semillas del legado revolucionario de Chávez. Allí, pese a las sanciones que llevaron a que los bancos públicos dejarán de financiar en su totalidad las iniciativas agrícolas, la gente comprendió que era su responsabilidad profundizar la producción de alimentos, diversificando las formas de producir y desarrollando estrategias en todos los campos de acción posible para lograrlo.
Dentro de las experiencias se debe resaltar la importancia de recuperar la tierra para hacerla productiva, rehabilitar y poner en funcionamiento fábricas y plantas de transformación de materias primas abandonadas. Todo lo anterior acompañado de trabajo productivo, cultural y educativo; además, de la articulación con procesos de integración social y político a nivel estatal (territorial) con otras experiencias comunales y también a nivel latinoamericano con organizaciones como el MST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra del Brasil). Esto con el objetivo de mantener viva la posibilidad de una sociedad diferente, más integrada, solidaria y en unidad latinoamericana. La recuperación de los medios y las herramientas de producción tiene como propósito poder reorganizar alternativas para la vida de los venezolanos vinculados al proyecto comunal, tomando como bastión la importancia de los actores juveniles. Ellos se han ido desplazando constantemente del país.
Muestra de lo anterior es el diseño del sistema de distribución para evitar el acaparamiento y la especulación. Como lo enuncia Ángel Prado, vocero de la comuna «El Maizal», dicho sistema pone en funcionamiento el intercambio de excedentes de la producción entre esta comuna y otra, así como el proceso de industrialización de productos como el café, el maíz convertido en harina y alimento para los animales y la creación de tiendas de distribución directa en los pueblos y urbes para eliminar los intermediarios. La creación de escuelas tanto de formación como de capacitación en temas propios del sector agropecuario ha impactado particularmente en la población juvenil. En la comuna apuestan por un relevo generacional que abandere con perspectiva revolucionaria los cimientos para la nueva sociedad venezolana.
En materia política, «El Maizal» no es ajena a la participación en el escenario electoral. Si bien no es su prioridad inicial, los líderes y lideresas mantienen firme el principio de avanzar hacia la soberanía productiva comunal, también a desarrollar la formación política permanente. Para esto, Bernadino Freites señala que «debe mantenerse el horizonte político revolucionario y en ello es clave la formación ideológica». Acompañado sus palabras vive el pensamiento de Chávez y ve con orgullo que «El Maizal» se tome en serio la política y haya creado la escuela de formación política y técnica. Desde esta «se busca preparar a los productores comprometidos con el desarrollo comunal», señala Yohander Pineda.
En la comuna se vive la unidad. Desde las familias, grandes y chicos reivindican el trabajo, a través del programa de las Unidades de Producción Familiar (UPF). Esta iniciativa pone a disposición de cualquier familia en el territorio de la ciudad comunal, la creación de condiciones mínimas para el cultivo de maíz, caraotas u hortalizas o para la crianza de ganado vacuno o porcino. Una vez consolidadas, las UPF entregan a la comuna una parte del excedente de la producción que va directamente a centros de distribución directos que son administrados por los mismos productores e integrantes de la Comuna «El Maizal». Además, el programa proporciona asistencia técnica, acompañamiento, seguimiento y verificación de las unidades productivas familiares, con el ánimo de garantizar el sostenimiento de un mínimo vital, tanto para las familias como para la colectividad. Las UPF iniciaron siendo ejercicios a pequeña escala para la comuna «El Maizal» que se consolidaron y luego diversificaron sus capacidades y especialidades productivas. Al día de hoy hacen parte de la política central de la comuna.
Ahora bien, como todo proceso dentro de las alternativas al desarrollo capitalista se enfrenta a contradicciones. Por ejemplo, Yohander Pineda expone que «en ocasiones han chocado con algunas entidades e instituciones del Estado que impiden, con sanciones, el desarrollo del proyecto comunal». Esto se debe a que no comparten la recuperación y puesta en funcionamiento de infraestructuras de producción abandonadas. Sin embargo, la comuna «se construye con trabajo real, cuando nos ensuciamos las manos y nos organizamos», afirma Jennifer Lemus. Siendo así, los comunales ven que el gobierno representa hoy en día un terreno en disputa y se debe a que existen dos polos del chavismo, quienes apuestan fuertemente por mantener una sola forma de producción económica ligada a los hidrocarburos, y los que desde abajo buscan diversificar el componente económico con iniciativas de organización política y de producción para la soberanía alimentaria.
Como se ha expuesto, la comuna «El Maizal» representa una experiencia propia de resistencia y soberanía, en la que sus integrantes combinan la vocación por el trabajo y la formación política e ideológica para hacerle frente al bloqueo imperialista del capitalismo global. Además, la comuna proyecta desde lo local la construcción de la unidad latinoamericana, guiándose en principios revolucionarios para la búsqueda de la soberanía y la verdadera autodeterminación de los pueblos de la hermandad Bolivariana.