El ejercicio de la política es el ejercicio por el poder, esto no lo podemos olvidar; derrotar la extrema derecha no debe ser una posibilidad, sino debe ser la voluntad de todas las inconformes y los rebeldes. De esta manera el poder debe retornar a quien le corresponde, a la gente del común y corriente, esa gente que resiste desde las trincheras de la cotidianidad para mantener en píe la vida misma. Devolvámosle la esperanza a los sin esperanza.
Durante los últimos meses hemos visto jornadas de movilización y acción colectiva en distintos sectores de Ibagué. La pandemia permitió develar las problemáticas estructurales que durante décadas hemos padecido a nivel social. El panorama poco alentador anima ahondar esfuerzos para las acciones colectivas que permitan pasar de la reivindicación a la construcción programática de exigencias. Si bien hay una gran expectativa por sectores políticos de izquierdas, progresistas y alternativos en el ámbito electoral para los futuros escaños a Cámara, Senado, Presidencia y posteriormente a alcaldías y gobernación; es necesario observar las dinámicas de acción que ejecuta la ciudadanía en sus múltiples manifestaciones. Allí también se encuentran elementos nodales para la transformación de nuestras sociedades.
A un año de sufrir los embates epidémicos el cual sigue acrecentando el número de muertes a causa del SARS-CoV-2 en el municipio y el departamento, la arremetida de los gobiernos durante la pandemia en el componente social, económico, político, cultural y ambiental, develó la profundidad de la crisis civilizatoria que afrontamos como sociedad. Si bien la crisis estructural, como la describe Immanuel Wallerstein, no es novedosa; por el contrario, hace parte de un proceso de larga duración. Los efectos de la pandemia en todas sus escalas revelaron el sendero catastrófico que estamos surcando. Las políticas de saqueo neoliberal de los gobiernos han demostrado que no basta con gobernar a espaldas de la gente, sino la condena a vivir en el peor escenario de desigualdad.
El caso de Ibagué no es una excepción. El municipio tiene uno de los índices de desempleo más grandes en el país, ocupando el tercer lugar en el orden nacional y sus gobernantes están en el ojo del huracán por los presuntos actos de corrupción, lo que ha ameritado investigaciones en curso; también existen cuestionamientos de consideraciones no menores que merecen toda su atención: no hay día en que los medios de comunicación no develen una arbitrariedad de las administraciones y sus gobernantes. La falta de garantías para una vida digna al alcance de la población es una deuda histórica que ningún gobierno ha podido atender con efectividad, y los mandatarios locales y regionales están lejos de afrontarlos para solventarlos.
Este panorama obliga a que la ciudadanía esporádicamente sea protagonista de diferentes episodios de protesta, caracterizados principalmente por cierres espontáneos de vías, plantones, movilizaciones, denuncias por violación de derechos y otras formas de manifestar el sentí-pensar de una ciudadanía que puede pasar de la indignación a la dignidad. Una de las expresiones de mayor impacto este primer trimestre fue protagonizado por las mujeres durante la movilización del 8M. La jornada en Ibagué fue considerable. Su irrupción permite volver la mirada a la movilización-acción-digna. A pesar de las críticas que pudieron recibir las colectivas feministas por diferentes sectores, demostraron que la acción política, colectiva, directa y no violenta es una forma de ruptura con las movilizaciones que venían predominando en Ibagué, acciones que no cuestionan los diferentes órdenes de control existentes.
El filósofo, político y catedrático estadounidense Gene Sharp, nos advierte que las acciones directas no violentas necesariamente no son pacíficas. En los Métodos de la Acción Política No Violenta descritos por el autor, podemos observar métodos propagandísticos, hasta ocupación de espacios públicos y privados. Si damos un salto en la acción-movilización no violenta, podemos lograr desde el común hacer algo fuera de lo común. Se necesita atreverse para disputar escenarios de poder desde la movilización y así dar un salto cualitativo desde la acción; es decir, la movilización por asalto permite crear agendas programáticas de los de abajo.
La extrema derecha bajo el manto del Clan Barreto no la tiene fácil para sostener su control y dominio en la región. Sus divisiones internas desquebrajaron lo que no habían previsto: la falta de confianza entre sus colectividades y su relación con la población. La percepción de la ciudadanía frente al Alcalde Andrés Hurtado es desfavorable, ubicando al mandatario local como uno de los peores alcaldes del país. La era del bipartidismo tradicional Liberal-Conservador en la región no arroja los mejores resultados, haciendo necesaria de esta manera la superación de las castas políticas para avanzar en procesos democráticos amplios, participativos y a su vez representativos.
Existe un movimiento social, político y alternativo con aciertos y desaciertos, lo que pone de contexto en tiempos de crisis la necesidad de agudizar las contradicciones existentes. Las acciones no deben orientarse a un solo horizonte, combinar diferentes formas de acción-movilización es urgente. La hidra tiene varias cabezas y no es suficiente cortar una de ellas. El ejercicio de la política es el ejercicio por el poder, esto no lo podemos olvidar; derrotar la extrema derecha no debe ser una posibilidad, sino debe ser la voluntad de todas las inconformes y los rebeldes. De esta manera el poder debe retornar a quien le corresponde, a la gente del común y corriente, esa gente que resiste desde las trincheras de la cotidianidad para mantener en píe la vida misma. Devolvámosle la esperanza a los sin esperanza.